¡¡¡TERESA LLEGA A SEVILLA !!!!
Las diez huellas de Santa Teresa de Jesús en Sevilla (I)
Existen importantes vínculos entre la santa y la ciudad. Este es un repaso por la primera parte de las diez huellas teresianas en la ciudad.
1) El cenobio hispalense
Desde que fundase, en 1562, la congregación de Carmelitas Descalzas con el convento de San José de Ávila, Santa Teresa de Jesús se dedicó a extender por toda España los recios valores de su reforma.
Así, en apenas 20 años estableció un total de 17 cenobios en ciudades como Valladolid, Toledo, Salamanca,Segovia, Palencia o Burgos. Y también en Sevilla.
El lugar elegido en primera instancia fue la actual calle Alfonso XII, entonces conocida como calle Armas. Varias hipótesis tratan de explicar este nombre, desde ser lugar de residencia de armeros hasta los múltiples escudos de armas de las casas solariegas que los nobles de la época habían concentrado en esta privilegiada vía, cercana a la Puerta de Goles.
En medio de todo ello estableció su undécimo convento Teresa de Ávila, no sin ciertas dificultades. Desde su llegada a la capital hispalense, en pleno fulgor de la etapa como Puerto de Indias, el 26 de mayo de 1575, la Santa no terminó de encajar en la ciudad. Las elevadas temperaturas y el bullicio, en lo físico, y algunas traiciones que la pusieron en complicada posición frente a la Inquisición, en lo personal, caracterizaron esta primera etapa.
2) Calle Zaragoza
Teresa de Jesús llegó a la ciudad acompañada de otras 6 monjas, y fijaron su residencia en una casa arrendada. Sin embargo, la abulense quería dejar a su comunidad en un inmueble propio antes de proseguir con su piadoso periplo.
De esta forma se realiza la primera de las «mudanzas», concretamente al actual número 60 de la calle Zaragoza. En el recibidor de la casa luce un rótulo que atestigua el pasado carmelita de la vivienda, pues mucho ha cambiado su fisonomía desde entonces.
Las religiosas llegaron a la que hoy se conoce como «Casa de Santa Teresa» el 29 de mayo de 1576, apenas un año después de la fundación. Un corto lapso de tiempo. Serios problemas.
3) Castillo de San Jorge
En el emblemático enclave trianero, sede de la Inquisición entre 1481 y 1626, se halla otra de las huellas de Teresa de Ávila en Sevilla, pues la Santa fue acusada al Tribunal por revolucionaria.
Los fundamentos de su austera reforma no eran bien vistos por todos, pero fue María del Corro, una viuda admitida en la congregración por la propia Teresa, la que llevó a cabo la acusación.
Aunque el litigio no prosperó, por expresa orden del inquisidor general, Gaspar de Quiroga, la vinculación entre la Santa y la Inquisición permaneció latente. En 1578, las carmelitas volvieron a estar en entredicho por su «excesiva vida contemplativa y su excesivo vínculo con sacerdotes». Pese a todo, el juicio volvió a resolverse de manera favorable.
4) Monasterio de la Cartuja
Durante su estancia fundacional en Sevilla, Santa Teresa visitó numerosos templos y monasterios. Uno de ellos fue el de Santa María de las Cuevas, en la Isla de La Cartuja.
No fue algo exclusivo. Las grandes personalidades de la época solían hacer parada en dicho cenobio. Así lo hicieron todos los Reyes de España que pasaron por Sevilla, como Felipe II, Cristóbal Colón o el humanistaArias Montano.
Pero en el caso de la santa había un plus en la visita, pues era de los pocos lugares hispalenses donde se sentía del todo bien. Protegida. En gran parte por su excelente relación con el prior, Fernando Pantoja, que le ayudó a lograr su objetivo en Sevilla.
Como las directrices eclesiásticas del momento impedían el acceso a mujeres al recinto, Teresa de Jesús se veía obligada a recibir audiencia en la Huerta Grande. Por ello, se terminó edificando la capilla de Santa Ana, del siglo XVI, como símbolo de tantas reuniones entre ambos religiosos y que aún se conserva, aunque reformada como pabellón de recreo en la etapa de Pickman.
Curiosamente, dentro del recinto existe otra capilla de Santa Ana, previa, donde reposaron temporalmente los restos de Colón y recibió culto el Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés. Ambos pasaron a la Catedral de Sevilla.
5) San José de las Teresas
Diez años después de su llegada a la calle Zaragoza, la congregación decide volver a cambiar de emplazamiento, para alejarse del frenético ritmo que imponía la cercanía respecto al Puerto de Indias.
Sin embargo, fue San Juan de la Cruz, cofundador de la orden en su rama masculina y amigo de la santa desde la juventud, quien se implicó en la organización del nuevo convento. La frágil salud de la religiosa y la incesante lucha por extender su doctrina habían culminado con su muerte el 4 de octubre de 1582.
Esta ha sido su residencia definitiva en Sevilla, en pleno barrio de Santa Cruz, donde aún permanecen realizando labores de encuadernación, lavandería y venta de dulces.
Una manera de conocer el templo es aprovechar su apertura al público el próximo día 15, con motivo de la onomástica de la fundadora. Este es uno de los lugares donde podrá conseguir la indulgencia de este Año Jubilar Teresiano que ahora comienza.
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